Hoy es el último día de las votaciones para Erasmus Sinmaletas. Mañana saldrá el primer ganador/a, pasado el segundo y así sucesivamente hasta cuatro. La verdad es que no tengo ni idea de qué va a pasar pero, pase lo que pase, me he propuesto muy seriamente volcar más mi blog en relacionar mi experiencia Erasmus en Rumanía con el Trabajo Social y la literatura (finalidad que tenía en un principio y que había olvidado un poco).
Con mucha vergüenza dentro del pecho, he colgado un vídeo hiper espontáneo agradeciendo el apoyo de toda esa gente que me ha votado y declarando mis intenciones de cara al futuro de este blog. A mí, como todos los vídeos en los que salgo, no me gusta mucho (porque me siento realmente tonta), pero una imagen vale más que mil palabras y he decidido colgarlo.
Como me pongo muy nerviosa grabándome, no he contado lo más esencial. Resulta que no me queda nada para irme a Rumanía y mi mundo, en las últimas semanas, ha estado dando vueltas a gran velocidad.
Por una parte, el sábado fue mi último día de trabajo en Ikea. Me hice una ronda por la tienda despidiéndome de la gente con la que he trabajado durante los últimos tres años y al final, y para mi sorpresa, acabé llorando. Son muchos momentos, muchas situaciones, muchas anécdotas, confesiones, historias... En esa caja azul he vivido momentos realmente intensos y he tenido algunas compañeras excepcionales que me han servido de gran apoyo en momentos difíciles (momentos en ocasiones MUY difíciles). Sé que empieza otra etapa y que llevaba tiempo deseando que llegase el momento de dejarlo, pero al final ha dolido un poquito.
Además esta mañana, en la facultad, han pasado cosas. No puedo adelantar nada porque todo está aún en el aire, pero una profesora me ha propuesto trabajar el año que viene en una actividad muy interesante (junto con otro profesor, que es tan maravilloso como ella) y estoy dispuesta a esforzarme lo que haga falta por conseguirlo y que cuenten conmigo. Es curioso; llevo cuatro años en la Escuela de Trabajo Social y hasta ahora no me había dado cuenta de lo tantísimo que me gusta estudiar esta carrera.
Por otra parte, y ya termino este post de streaptease emocional, reconocer que no está siendo fácil hacerme a la idea de que en un mes estaré en Cluj-Napoca, lejos de mi familia, de mis amigos y de mi novio. Me da miedo, ¿para qué voy a negarlo?, me da miedo llegar allí y sentirme tan perdida como la protagonista de
Lost in Translation. No entender nada, marearme en la traducción.
Me da un miedo terrible. Pero también es verdad (y a esto es a lo que me agarro como a un clavo ardiendo) que en estas últimas semanas he contactado con gente de allí que, con suerte, será un gran apoyo en caso de perderme. Si la cosa funciona, conoceremos al
chico de Lugo, a la
chica húngara cuyo director de cine favorito es Almodóvar y a la
rumana gafapasta fan de Woody Allen. No soy futuróloga (ni lo quiero ser) pero podrían ser grandes apoyos una vez aterrice allí, ¿no?
Con esto, y con un montón de asuntos más que me dejo en el tintero, me despido por hoy.
Ya ha llegado el 13 de diciembre y a partir de mañana sabremos si soy EMBAJADORA ERASMUS SINMALETAS.